Lobos en el Ring.
Atardece. Primer round:
Contra las cuerdas,
vencida yo y tú, vencido.
Mentalmente agotada,
tú, rendido.
Perdidos.
Te miro y re miro, me miras y re miras,
convertidos ¡por fin! en actores principales
arrumbamos a puños los códigos sociales.
Golpe a golpe nos medimos sin medida.
Renacemos feroces sangría tras sangría.
Dolidos.
¿Me quieres? te quiero,
encajas el derechazo somero.
Yo sigo callada a sabiendas,
requiebras tomando las riendas.
Anochece. Segundo asalto:
Espoleas instándome a que hable.
El enconado frio me relega a la esquina
donde tu duro fulgor es destello de sable.
Croché y nueva herida.
¿Que quieres amor que te diga?
¿Te necesito?
¿Qué busco en tu abrazo que abriga?
De frente nos sostenemos la mirada artera.
Ni fallo ni acierto, más sé que yerro certera.
Glacial, me comporto…
estoico, te comportas.
Habla el silencio por ti.
¿Te importo?
¡me importas!
Que todo pasa sigue siendo cierto.
Esta noche , después del cansancio,
apenas lograrás mantenerte despierto,
me arropo en tu palabra adormecida,
te abrazo con un susurro delicado,
logra cubrirme tu voz de algodón invernado.
Lejana, en esta dura velada, la luna repleta de leche sigue amamantándose sobre la línea quebrada del horizonte. Agazapados en el cuadrilátero, sobreviven dos polizontes.
Amanece. Vamos a por el tercero:
Dentro, tú y yo aún estamos dentro.
Lento, prometemos hacérnoslo lento.
Somos púgiles esperando el momento
de merecer ser salvados por la campana.
Solo eso, hoy, ayer y también mañana,
carne, piel, cabello y hueso bruñido.
Un conjunto vacío preñado de contenido.
Lobos boxeando al son de un único aullido.
FIN