El Tren. El vagón era de los silenciosos . “ Espacio libre de ruido ” rezaban los múltiples carteles en forma de promesa y anhelo. Que ilusión ir de Madrid a Sevilla sin oír un puñetero teléfono. Ni me lo creo. Que tiempos aquellos en los que si que se podía dormir durante un viaje. Un poco de silencio a las siete de la mañana convendréis conmigo que no viene nada mal. Mis dos compañeros de asiento llevaban anillos de casados pero se notaba a la legua que no eran matrimonio. Él había subido al tren en el último minuto. Ella al igual que yo, había llegado antes. Aquella atractiva desconocida, nada más sentarse enfrente, había colonizado la pequeña mesa separatoria que había entre las dos. Me daba igual la invasión, yo pensaba ir descansando. Había madrugado mucho para coger el vespertino, y la verdad, me había acostado tarde. Me moría de sueño. La mesita ya estaba empapelada con un trillón de relucientes folios híper bien colocados así como en plan psicópata.. Me pasa siempre con e