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Preguntando que es gerundio (Posts variados con preguntas).


¿Afilas tu hacha? 


Afilar el Hacha (Cuento con moraleja . Fuente : Google)


En cierta ocasión, un joven llegó a un campo de leñadores con el propósito de obtener trabajo. Habló con el responsable y éste, al ver el aspecto y la fortaleza de aquel joven, lo aceptó sin pensárselo y le dijo que podía empezar al día siguiente.

Durante su primer día en la montaña trabajó duramente y cortó muchos árboles. El segundo día trabajó tanto como el primero, pero su producción fue escasamente la mitad del primer día. El tercer día se propuso mejorar su producción. Desde el primer momento golpeaba el hacha con toda su furia contra los árboles. Aun así, los resultados fueron nulos.


Cuando el leñador jefe se dio cuenta del escaso rendimiento del joven leñador, le preguntó: “¿Cuándo fue la última vez que afilaste tu hacha?”

El joven respondió: “Realmente, no he tenido tiempo… He estado demasiado ocupado cortando árboles.”


Es probable que “afilar el hacha” tenga un significado diferente para cada quien. Algunos pensaran en la formación, otros en la necesidad de descansar, o también en lo importante que es una buena organización.


El hecho es que en el trabajo (y muchas veces en la vida), si no tuviéramos a nadie para darnos orientaciones es muy posible que muchos de nosotros acabáramos esforzándonos ciegamente en tareas poco productivas, porque es muy fácil perder la perspectiva.

Normalmente, si eres empleado, siempre tienes a un jefe para recordarte que tienes que afilar el hacha, pero si trabajas solo, corres el riesgo de dar palos a un tronco a la desesperada sin ver el verdadero problema. Por eso, de vez en cuando tienes que tomarte un respiro, parar y reflexionar sobre lo que haces. (Fin)


Yo me pongo el mandil y hasta que no hay buen filo no suelto el esmeril. ¿Y tú? ( alegre te pregunta esta muchacha)…¿Afilas tu hacha?


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¿Dominas el arte de “saber perderse”?


La incertidumbre de lo provisional es una realidad arraigada en lo más profundo del ser humano. Sentir que estamos “perdidos” es una experiencia aterradora (a ver, no siempre, pero es que me he levantado tremendista así que permitidme la histriónica licencia). Creo que todos en algún momento hemos hecho un alto en nuestras vidas para hacernos una pregunta concreta :  


“¿que estoy haciendo con mi vida?”


En ese momento de duda y de parálisis momentánea no sabemos si girar hacia la izquierda, hacia la derecha o coger el camino de en medio. No sabemos si abandonarlo todo ,volver a empezar o quizá continuar por el camino que mejor conocemos, el de siempre. 

 

Saber perderse es un arte que invita a bailar pisándole los pies a lo desconocido y nos induce a disfrutar de la incertidumbre de traspasar nuestros propios márgenes, animándonos a adentrarnos (con mucho arte) en lo imprevisto, (suena bien, pero oye, no me digáis que saberse de antemano el camino y/o quedarse al calorcito de la chimenea encendida de tu casa mientras fuera caen chuzos de punta no mola también). 


Según Henry David Thoreau solo somos capaces de encontrarnos a nosotros mismos cuando hemos tenido la valentía de perdernos primero (hombre digo yo que ser valiente está muy bien, pero habrá otras formas más cómodas de encontrarse con una misma y que no implique desasosiego laberíntico extremo…No se, habría que investigar alternativas, (aunque yo voy fijo si me dicen que hay un Fauno…)


Ya no gozamos de lo inesperado, todo lo que no esté pautado, agendado en nuestras tabletas o programado con mil alarmas en el móvil nos descoloca. Cada cambio de nuestras “ordenadas” vidas está meditado y preparado de antemano. ¿Donde quedó la espontaneidad? Nos movemos con GPS electrónicos como autómatas y hasta la lista de la compra está gestada por sofisticadas aplicaciones. Huimos de la incertidumbre cuando de sobra sabemos que son esos momentos inciertos los que nos iluminan con grandes verdades.

Y es que la verdad casi siempre escuece …¿verdad?


¿Que habrá en la cara oculta de lo previsible? 


Os propongo un atrevimiento, que nos convirtamos en aventureros de lo ignoto, porque al perderse uno siempre encuentra nuevas direcciones. Y sí, estoy segura de que vale la pena perderse para poder volver a encontrarse. Igual que estoy segura de que hay que marcharse para poder volver. 


Dicen que si aún no te has perdido seguramente sea porque aún no comenzaste a vivir. Yo debo de haberme reencarnado varias vidas desde la primera vez que nací, porque a pesar de que voy dejando un rastro de migas de pan ( para los pájaros hambrientos de mi propio cuento ) son muchas las veces que me pierdo (sin arte y sin dominio de nada ) y no encuentro el camino de vuelta a mi fantástica casita de chocolate. 

Y es entonces cuando (de nuevo) busco la forma de disfrutar (del nuevo) camino, y por fin me dirijo allí a donde quiero ir (aunque aún no sepa a dónde) porque sé que aunque me haya perdido eso no debería de por qué tener pérdida.


¿Y tu? Dímelo bien fuerte…

¿dominas el arte de perderte?


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Sin ánimo de caer en el miserabilismo más flagrante ni en las pornográficas manos del horror hoy os quería hablar de los terremotos. 


¿Que ha sido lo último que te ha hecho vibrar y te ha sacudido hasta los cimientos?


Un seísmo es un fenómeno traumático, suele devenir de manera sorpresiva y al no estar preparados no lo podemos controlar. Este tipo de eventos pueden alterar nuestra salud mental. Al Igual que con los terremotos reales los emocionales también tienen un patrón general de reacción. 


-Fase de impacto (sucede la catástrofe y genera intensa angustia y sensación de irrealidad).


-Fase de reacción (huída, ansiedad, búsqueda de apoyo, pensamientos repetitivos).


-Fase heroica (sensación de optimismo ,fortalecimiento de las redes sociales y síntomas de depresión).


-Fase de desilusión (enfrentarse a la realidad).


-Fase de reconstrucción (adaptarse y aceptación de la nueva realidad).


Los seísmos (los terrenales y los emocionales) son una amenaza reiterada ,sorpresiva e incontrolable. No sé si habéis vivido un terremoto. Yo si. Uno hace muchos años en la zona sur de España. Lo que más me llamó la atención no es que los objetos se movieran y tuviera que salir a el jardín corriendo, lo que más me dejó impresionada fue el ruido. Durante días no podía de dejar de oír lo que en un principio me parecía el motor de un camión a toda velocidad que venía directo hacia mi persona. Yo no sabía que la tierra suena así antes de un terremoto y no entendía nada. Miraba por la ventana oyendo y sintiendo acercarse al gigantesco camión que rugía en mi dirección pero sin llegar a verlo y asustada y ojiplática no comprendía nada. Hasta que empezaron a vibrar los cristales de las ventanas y la lámpara comenzó a crujir oscilando, ahí si, lo entendí y salí corriendo de la casa. Duró poco, pero si cierro los ojos puedo escuchar su largo bramido perfectamente. 


Con los terremotos emocionales pasa un poco igual, es como si un camión imaginario té pasará por encima aplastándote con furia. Te deja sin energía. Hay una expresión argentina que me gusta mucho y que está muy bien traída en esta ocasión: “te mueven el piso”. Te dejan tiritando decimos aquí. Te hacen tambalear (digo yo por concretar). 


A mí lo último que me “movió el piso” fue la ruptura de una amistad muy querida. Alguien que consideraba una hermana. Hace ya diez años y al recordarlo ya ni duele. El terremoto emocional que ayer fue hoy no es nada, y de las cicatrices de aquellos escombros surgieron brotes nuevos  más edificantes y firmes.

 

¿Y a ti? Decidme tormentos…

¿Que ha sido lo último que te ha hecho vibrar y te ha sacudido hasta los cimientos?


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¿Que tal se te da distinguir entre lo justo y lo correcto?


Para llegar a distinguir la diferencia entre esos dos conceptos hay que pararse primero a pensar en la “búsqueda del sentido”. Según Google la búsqueda de sentido es la libertad para convertirse en la clase de persona que se quiere ser. Estar más allá de las limitaciones materiales o físicas, es una posibilidad humana donde el hombre llega a conocer la experiencia del heroísmo (ole que bien se encuentran enunciados chulos con las búsquedas en Google)


“Nada en el mundo ayuda a sobrevivir, aún en las peores condiciones, como la conciencia de que la vida tiene un sentido” (Viktor Frankl)


Según este autor el sentido de la vida constituye el fundamento de la felicidad y nos da tres tips para alcanzarla:


-A través de una misión (un deber que cumplir).


-A través del amor (a otras personas).


-A través de la contemplación (disfrutando de las pequeñas cosas).


A mi no se me da mal distinguir entre lo justo y lo correcto (otra cosa es lo mal que se me da después aplicar la distinción). Lo justo es algo bastante subjetivo de perfilar, el sentido de lo justo está directamente relacionado con nuestros intereses personales, en cambio “lo correcto” muchas veces entra en conflicto con esos mismos intereses. 


El comportamiento del ser humano debería de inclinar su balanza hacia lo que considera “correcto”, sería lo lógico ya que somos animales de grupo y supuestamente necesitamos al grupo (necesidades éticas, sociales y emocionales, ya sabéis de que os hablo). 😊. 

Sin embargo estamos asistiendo en directo y con visión panorámica de primera fila, al fracaso del ser humano con nuestros congéneres. Lo que triunfa es el nihilismo más absoluto, el egoísmo más puro. La mayoría nos inclinamos a optar por aquello que consideramos  “justo” en detrimento de  “lo correcto”. Seguimos prefiriendo dar mordiscos a la manzana y así no hay paraíso que resista. 


¿Cuando dejó de rotar el Universo alrededor “del hombre” y cuando empezó  a girar alrededor “del individuo”?


Ay! , si Francisco Petrarca levantara la cabeza...La búsqueda de la felicidad perfecta se construye incluso a costa de la vida de lo los demás. Pensamos que la felicidad se puede llegar a conseguir como si ser feliz fuera un estado al que hay mutar a toda costa, o como si fuera una estación de tren  ineludible, a la que llegar y apearse para quedarse por derechos propios incuestionables. Y además (la mayoría) pensamos que merecemos conseguir esa felicidad rápida y fácilmente. ¿Quién nos ha convencido de ello? Seguro que al igual que yo, vosotros también sabéis que nos mintieron…


Quinientos años lleva deformándose el humanismo. El humanismo que no cesa…Parece que pronto lo único que nos quedará será amarnos a nosotros mismos mientras seguimos regodeandonos en nuestros propios protagonismos. 


Y ahora te pregunto con muchísimo afecto… 

¿qué tal se te da distinguir entre lo justo y lo correcto?


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